miércoles, 16 de marzo de 2011

Papa Melquia

Hoy me acordé de tu rostro Papa Melquia, me acordé de tus enojos cuando el burro prieto no te hacía caso, o cuando Mamá Milia te decía que necesitaba leños pál fogón, me acordé de tu banco de hacer muebles, único e irrepetible, con aquellos tornillos de madera enormes, que no he visto a nadie jamás fabricar uno igual, con lo cual se que eras un hombre de enorme sensibilidad, me cordé de tus caricias cuando comíamos tortillas calentadas en la braza de aquella leña de encino, me acordé de tu cariño en aquellos años, en que la vida era un poco más dura que ahora, aquellos días en que era triste vivir solo con lo que se lleva encima, en esos días lo más grande que recuerdo de aquellas gentes es tu gran cariño: aamba hombre demas son jambaos estos chamacos tu Casimira, si Papa Melquia, después de que el Guero casi se vuela el dedo con tu afilado machete tratando de abrir un coco, después pero a partir de entonces los libros y las letras me enseñaron a luchar, gracias abuelo